07 septiembre, 2006

Los autobuses III

Hoy toca volver a una de esas morbohistorias. Y volvemos a los autobuses...

Como dije en su dia, han existido hechos que han hecho que mi relación con los autobuses sea una relación bastante... mas erótica de lo que suele ser normalmente.

Despues de haber contado la primera de ellas (Los autobuses II), que curiosamente es una de las páginas mas visitadas del blog, voy a contar la segunda situación que despertó en mi el morbo en los medios de transporte publico.

Durante la época de la universidad todos aquellos que utilizabamos los autobuses para dirigirnos al campus viviamos un periodo diario (o dos, si contamos la vuelta) que nos permitia entrar en contacto de golpe con el resto de la sociedad. Así. De golpe. En los autobuses matinales, aquellos cuyo horario comenzaba a las ocho de la mañana disfrutaban de una media hora de compañia intima con gente a la que, normalmente, jamas se habría acercado tanto.

Era tal la cantidad de gente que una de las lineas que recorría la ciudad se pasaba la mitad del viaje sin recoger a nadie de las paradas. Y eso no porque le cayerá mal al conductor los que estaban esperando en las paradas, sino porque las escenas de los comics de Mortadelo y Filemón, donde la gente sacaba hasta los brazos y piernas para no morir aplastados eran escenas muy parecidas a la realidad.

En ocasiones, si salía de casa cinco minutos antes (lo que son las cosas, cinco minutos unicamente, y el mundo cambiaba) el autobus que cogía en la parada estaba lo suficientemente vacío como para, incluso, poder sentarme. Y entonces, era un gustazo.

Lo se... soy malo. Pero ver a decenas de personas apretadas, de pie, mientras tu estas sentado, mirandolas o mirando por la ventana... mira... en ocasiones me sale la vena malvada (jis jis jis).

Bueno, la cuestión es que en una de esas ocasiones ocurrió algo que todavía me suele arrancar una sonrisa y un escalofrio de morbo. Recuerdo que esa mañana hacia frio. Debía de ser invierno, y los cristales de la ventana estabán llenos de humedad. Además, fuera del autobus todavía estaba muy oscuro, así que lo único que podía hacer era mirar a la gente que subía o leer.

Como cuando el autobus se llena no se puede ver demasiadas cosas interesantes, me puse a leer mientras, parada tras parada, mas universitarios iban subiendo y llenandolo.

De vez en cuando levantaba la cabeza. Recuerdo haber visto, entre toda la gente, a una chica de pelo castaño, con una carpeta, situarse al lado de donde yo estaba sentado. Tampoco me puse a pensar en ello. Había mucha gente, y así como miré al tio con mogollón de pelos que estaba a su lado, la miré a ella, y seguí leyendo.

A los cinco minutos, era tal la cantidad de gente que subía que estabamos realmente apretados. Los que estaban sentados en ocasiones veian como los que estaban de pie inmediatamente a su lado eran empujados hacia ellos, y como debían apoyar la mano en los cristales para no subirse del todo encima. Yo, por mi parte, no tenía a nadie que me molestara especialmente. La chica que tenía de pie a mi lado, única posible 'montadora' era bastante respetada por los empujones, y el equilibrio que mantenia le hacía estar en su sitio.

No se como se me ocurrio. Posiblemente, en cualquier otra ocasión me hubiera llevado una bofetada o un rechazo. La cuestión es que, sentado como estaba, se me ocurrió abrir un poco las piernas, y acercar mi rodilla a la entrepierna de ella. Estaba a la altura justa y ella llevaba pantalones de tela, así que cuando lo hice, se que ella me notó.

Yo no levante la mirada. Esperé. Quería ver como reaccionaba, y aunque me estaba comenzando a calentar a pesar del frio, dejé que decidiera. Y lo hizo. No se movio, ni hacia delante, ni hacia atras.

Así que decidí arriesgarme. Quizá realmente no habia notado nada... así que levante un poco la rodilla empujando hacía arriba con el pie. Levemente. Suavemente. Volví a bajarla, acompañando al pantalon mientras lo hacía. Esperé unos segundos, y volví a subirla y a bajarla. Siempre suavemente, acariciando con el borde de los pantalones vaqueros que llevaba yo, sin levantar la vista del libro, disimulando completamente.

Dos o tres paradas despues, alguien que tenía que bajar buscó hueco para hacerlo... y me entró un calor tremendo cuando me di cuenta de que ese movimiento había sido utilizado por la chica para acercarse mas a mi rodilla.

Yo estaba a cien, pero sentía algo especial. Tenía a la vez las manos atadas y la llave de mi prision. Si me soltaba, se acababa el juego. Si continuaba, seguía atado. No se que hubierais echo vosotras. Yo continue.

Juro que me moría de las ganas de levantar la mirada y ver a esa chica. Mirarle a los ojos y decirle con la mirada que deseaba follarmela. Pero no lo hice. Continue levantando y bajando la rodilla, esta vez con un poco mas de presión, mientras seguía disimulando con el libro. Ella, poco despues, muy levemente, se inclinaba hacía delante, aumentando ligeramente la presión cuando alzaba la rodilla, y en un par de ocasiones se le escapo un pequeño gemido, que cubrió en ambas con unas toses repentinas.

Y, ya llegando al campus, en uno de los girós bruscos que provocaban que la gente se inclinara de un lado a otro del autobus, ella pusó una mano en mi asiento y la otra en el cristal, y aprovechó para frotarse con mas fuerza.

Yo empuje la rodilla contra ella... y de repente, vi que se cogia con mas fuerza a la silla y como le temblaban las piernas. Levante la vista, y vi que tenia las mejillas coloradas... justo antes de desaparecer entre el resto de la gente y bajar en la siguiente parada.

Y allí me quedé yo... soñando volver a verla. Soñando volver a vivir algo así.

Un besazo para ellas,
y un guiño complice para ellos.

12 comentarios:

RosaAmarilla dijo...

¿Qué tendrá este transporte público que tanto morbo nos da a algunos? No se no se, ¿y a mi que no me ha ocurrido nada de eso nunca en un autobus?. Mi experiencia en un autobus ya te la contaré algun día por messenger, fue con mi novio de ese momento y de camino a París. Toda una experiencia, aunque nunca me ha pasado con un desconocido.

Besotes gordotes.

Anónimo dijo...

Joes que cosas le pasan a la gente, a mi no me pasan :(

Anónimo dijo...

Yo creo que quien deseó volver a encontrarte por las mañanas en el autobús fue ella. Qué cosas!!!!

Anónimo dijo...

Desde luego cuánto dan de sí los autobuses, a mi me han pasado un par de cositas pero ya las contaré en mi blog un día de estos.

Anónimo dijo...

Lo que me he perdido todos estos años y lo que me perderé por no usar el transporte público, pero chico... prefiero mi coche... para casi todo...
;)

1beso

Anónimo dijo...

pues si yo vivo eso cada dia cuando me transporto a casa y a veces si es de lo mas excitante

Mi rincon secreto dijo...

Rosaamarilla:
Pues no lo se. Yo creo que es una mezcla de cosas. Por un lado, que es publico. Por otro, que estamos en contacto con mas gente.
Pero lo de que no te haya pasando nada con un desconocido... eso me da que pensar.

{explo}:
Mmmmm, y me sigue dando que pensar...

Amaranta:
Pues la verdad, no lo se. Creo que no la volvi a ver, o bien cogia otro autobus y ese dia fue una coincidencia, o la cantidad de gente que normalmente hay no nos dejo vernos.

Alfredoni:
¿Y a que esperas para contarlo? Animo!

Mordandis:
El morbo existe en cualquier parte. Tengo un comentario tuyo guardado para un post :-D

Marilu:
Que lastima que estes tan lejos y no coincidamos nunca.

Lilith dijo...

hacía mucho que no leia este blog, y ahora se porque: madre mía que mala me pones, es que cuentas las cosas de una forma que se pone toda la carne de gallina. Si alguna vez (que espero que no) tengo problemas de libido, no tendre que hacer nada más que leerte para estar mucho mejor.
Besos

Rita Peich dijo...

Pues yo no recuerdo nada especial que me haya ocurrido en un bus, y eso es senyal inequívoca de que no me ha pasado (en tal caso, me acordaría)

Pero en el metro un par de veces me han intentado meter mano aprovechando que la gente va como sardinas en lata ... pero por desgracia siempre el típico viejo verde asqueroso ... mala suerte la mia!

Mi rincon secreto dijo...

Sauce:
Bueno... siempre puedo ayudarte a que tu líbido sea aun mejor :-D

Rita Peich:
Vaya... lo siento. Cuando pasa sin que uno quiera, es bastante desagradable :-)

Anónimo dijo...

Cada vez me doy más cuenta de lo que me pierdo (más bien, he perdido^^)por vivir en la ciudad de los 25 minutos de punta a punta a pie...

Casualidades de la vida...quizá solo cogía el autobús porque ese día teníais que encontraros y ya (Yo, y mis paranoias xD)
Un besazo!

Mi rincon secreto dijo...

Soñadora:
Existen tantas posibilidades en el mundo del morbo, que creo que, realmente, no disponer de unos autobuses que recorran la ciudad en un tiempo mayor tampoco importa tanto.
De todas formas, si, es cierto. Es una lastima. Aunque seguro que surgen miles de oportunidades.